El uso de la argumentación en Medea de Eurípides
Se podría decir que siempre en las
tragedias griegas el tema central por el cual se desata la historia es el del “equilibrio
vs. desequilibrio”. Cuando se provoca este desequilibrio es el momento en el
que se empieza a ver la realidad que los personajes aparentaban. Por lo que, el
personaje debe usar el recurso de la argumentación ante situaciones que lo
ameritan para que este pueda cumplir su objetivo.
En este ensayo se analizará el uso de
la argumentación de Medea teniendo en cuenta los diálogos que mantiene la heroína
con otros personajes los cuales la llevará a cumplir su objetivo.
Una vez provocado el desequilibrio,
es decir, cuando Jasón abandona a Medea y él se casa con la princesa, ella
comienza a llenarse de maldad y desea vengarse de una manera u otra para cobrar
justicia.
Así, Medea se convierte en un
personaje muy activo, la cual, de alguna manera, se rebela aunque ella sea que
en la sociedad en la que se encuentra no es bien vista, ya que es extranjera,
hechicera y mujer. Sin embargo, Medea recibe consejos y ayuda del Coro de
mujeres que le aconsejan, de manera que ella no lleve a cabo su vengativo plan:
“No te irrites así, que Zeus te vengara. No te consumas en demasía por tu
marido”
Pero Medea decide apelar al sentimiento de ser mujer para que
el Coro sienta al menos un poco de empatía por ella. Finalmente, el Coro
comprende la posición en la que Jasón la ha dejado y deciden ayudarla.
Por otro lado, en un momento de la historia, Medea decide mostrar
una apariencia de victima para conseguir lo que quiere, en este caso, que Creonte,
rey de Corinto, la deje estar un día más en sus tierras. Debido a que Creonte
ya tenía decidida la expulsión de Medea, ella apela a su amor por la patria y
al cuidado de sus hijos:
“Déjame que me quede
tan sólo el día de hoy para pensar en cómo va a poder ser mi exilio y a mis
hijos recursos buscarles, pues su padre allegar no se digna ningún medio para
ellos.”
Esta actitud, como era de esperarse, creó un efecto en Creonte
lo cual hizo que él entendiera las súplicas de Medea y, entonces, ella tuvo la
suerte de quedarse un día más.
Por otra parte, en el primer diálogo, no solo Medea intenta
aparentar lo que no es, sino que Jasón también se pone en esa posición para
poder salvarse a si mismo de los ataques e insultos que recibe de Medea. Incluso,
en su segundo diálogo, ella enumera todas las cosas que hizo por Jasón y, obviamente,
apela al papel de víctima diciendo lo que mal que lo va a pasar si la expulsan:
“¿Adónde ahora me
vuelvo? ¿Tal vez a la paterna casa, que traicioné con mi patria al seguirte?”
Por lo que Jasón responde que él le había dado un montón de
posibilidades y que haberse casado con la hija del monarca era su recompensa:
“¿Qué golpe de fortuna
pude encontrar mejor que unirme, un desterrado, con la hija del monarca?”
En el segundo diálogo con Jasón, ella decide jugar el papel
de la mujer débil y le pide amablemente a Jasón que los hijos se queden con él
para que ella vaya al exilio sola y, en modo de agradecimiento, manda junto a
sus hijos regalos envenenados para la esposa de Jasón. Obviamente, este era el
plan de Medea para llevar a cabo su venganza:
“…suplicad a la
reciente esposa de vuestro padre y dueña mía que no os destierren y dadle el atavió;
pues importa ante todo que en propia mano el don la princesa reciba.”
Por su parte, en el comienzo del éxodo, Jasón y Medea tienen
un último diálogo en el cual ella ya no tiene esa máscara de mujer penosa y débil.
Además, ellos vuelven a hablar en una situación en donde Medea ya había cumplidos
su objetivo y no tenía nada más que perder por lo que su único argumento era la
verdad, es decir, que Jasón se lo merecía:
“No ibas a llevar una
vida placentera riéndote de mí tras tu deshonra del lecho conyugal…el caso es
que herí tu alma como lo merecías.”
En conclusión, podemos afirmar que la pasión que tiene Medea
y su iniciativa hace que el rol de la mujer, de esa época, se vea afectado y
modificado. Todo esto es resultado de la oposición entre la realidad y la
apariencia, de modo que, Medea usa una máscara para disfrazar sus intenciones y
necesidad de venganza. Los demás personajes no tienen ni la mínima sospecha de
que ella está planeando algo. Así, el personaje lo podemos caracterizar por ser
impredecible y mentiroso, por ejemplo, cuando Medea acude a Creonte para que la
deje estar un día más. Cualquiera podría decir que si Creonte se hubiese dado
cuenta de su plan, nada de esto hubiese pasado. El uso argumentativo que usa Medea
hace que la historia termine con el hecho trágico: el asesinato de los hijos,
la princesa y Creonte. Y como cada tragedia griega, la muerte de alguien
inocente se tiene que provocar para que el equilibrio vuelva a su lugar.
Muy bien. Aunque por ahí se escapa algún tiempo pasado todavía (recordar que en los textos académicos usamos el presente universal), el texto está mucho mejor.
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